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De Teresa Cervera, Bretaña francesa |
Cuando ningún
vuelo es posible sin ser alzado, imán de la respiración deseada por los peces en
las turbadoras aguas de lo imposible, hay voluntades que se rompen en dos atrapadas
en la única red donde los colores se mezclan con la belleza intacta de los
lápices sin punta, y un orden razonable nos conduce hasta la confusión según lo
atestiguan las condiciones del trayecto, refugio de transparencias sobre la
elegía fértil de los errores. De la sostenida generosidad de la mañana ante el
pensamiento que asciende resucitado en sí mismo, el día como un buzón de cartas
que al fin se reciben, o una maniobra del silencio por escucharse sin un
regidor de nombres, vislumbrando la ansiedad de los ruegos desnudos tras un
jardín huidizo de claves equivocadas. Fondo y superficie, mística de la
cautividad, lugares ideados en la fe que tergiversa, como el valor en aquellos héroes de trapo urdidos en el
dogma de un todo posible, de un todo
pleno.
(De
Triduo, Málaga, 2000)
Fotografía:
Bretaña francesa, de Teresa Cervera
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