Palabras del poeta Miguel Ángel Contreras en la presentación
del libro La fábrica de anticuerpos si no amanece en Granada, en Librerías
Picasso. “… en mi opinión, David Delfín es un poeta con una voz muy sólida. Nos
ofrece un discurso lírico dibujado con versículos y con un ritmo muy definido. Este
nuevo libro es planteado como un poema unitario, dividido en diez fragmento…,
en realidad nueve, porque el último
momento está constituido por dos partes; donde juega con un lector cómplice e
incluso con una forma de entender el discurso que, podríamos afirmar, pone
distancia entre todo lo que le rodea acerca de esa “sobre-realidad” que nos ofrece
para poder huir de la desfragmentación del mundo y de esta realidad y
cotidianidad que es capaz de ir desmontándonos poco a poco.
“El poemario tiene una voz y un ritmo muy definido… y ello
me permite recordar algo en lo que creo: que la verdad del poeta está en su
ritmo, en la fuerza de su voz. Confío estén ustedes de acuerdo. Es un libro muy
trabajado, e incluso esa doble voz polifónica del libro que aparecen subrayando
con elementos paratextuales, jugando con la tipografía: la cursiva; como una
pista para el lector. Aunque, en mi opinión, una vez que el lector se ha dejado
llevar por este discurso lírico ya está dentro del contenido.
“David nos presenta un libro muy exigente. Casi se puede
decir que se permite el lujo de elegir a sus lectores… Te ofrece un libro que,
al principio, te desconcierta. Ruiz Noguera afirma en el prólogo que al autor
le gusta experimentar con el lenguaje, a lo que yo apostillaría, es que trasvasa
lo meramente figurativo hasta el símbolo. Es como si tratase de poner distancia
con la realidad o con las cosas que están a nuestro (su) alrededor; incluso con
las más emotivas. Esos “frutos secos de la memoria” que son frutos de una
relación teñida y antigua… o esa forma en una planta se agarra a la pared… y
nosotros nos transportamos a ella; cuando la planta parece una personificación de
nuestra propia distancia. A este tipo de
imágenes me refiero a lo largo de todo el discurso lírico, como queriendo
comprender más allá de los meramente figurativo o referencial.
“Por esto creo que el discurso poético es un discurso de
acompañamiento con el lector, una vez que haya superado las distintas pruebas
de exigencias del texto. Y esto una función que lo tienen todos los buenos
libros de poemas. Lo libros eligen a sus lectores y aquel lector que se
encuentre en este libro lo disfrutará verdaderamente… porque recogerá todas sus
complicidades, las distancias interiores
que aparecen en los contrapuntos de las voces. Ese desconcierto que tanto
acompaña, casi como un amigo. Vivimos unos tiempos desconcertados y
desconcertantes… Una vez le pregunté a nuestro querido Gregorio Morales, que a
quién le había dirigido un artículo que me había gustado muchísimo sobre la
pérdida de su mejor lector. Y me dijo, Miguel Ángel, la estética y los libros
sirven para huir de los horrores de la vida. Este libro creo que nos ayuda a
superar el desconcierto, a compartirlo. Esta es una de las grandes propuesta de
La fábrica de anticuerpos… es decir, aunque vaya a amanecer cíclicamente,
siempre hay cosas que no llegan al siguiente amanecer.
“Recomiendo este libro. Primero, porque el lector irá
domándole el pulso a estos recorridos...; y luego porque observará que el libro tiene una
voz muy poderosa… también a la hora de poner nombre a este desconcierto actual
en el que vivimos”.
Granada, Librerías Picasso. 2 de marzo de 2017.
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