miércoles, 30 de noviembre de 2016

Crear una realidad inexistente por medio de palabras...



Se trató de una generación brillante (tanto los oficiales como los que no lo fueron tanto) que, primero desvelados por la poesía de Juan Ramón durante los años veinte, cuando llegaron los preocupantes años 30, miraron a Machado… y en las décadas siguientes, como víctimas del exilio y la derrota, se aferrarían a caballero andante vencido; el mismo que iniciaba su andadura como hidalgo de su hacienda, acabaría transformándose en don Quijote, y volvería a recuperar una triste lucidez a sus momentos finales. Pedro Salinas, Cernuda, Jorge Guillén, Lorca… observarán de manera diferente y complementaria el Quijote.

De Salinas nos queda su analogía al recordar la escena de don Quijote cuando creer observar grandes ejércitos en la polvareda de los rebaños… esto es, la de sustituir una realidad por otra, como el oficio de los poetas: creadores de realidades inexistentes por medio de palabras. De Cernuda, su identificación con el caballero andante, el verdadero, el caracterizado (armado) héroe. De Guillén, sus dos largos poemas basados en la novela y sus valores humanos: Noche del caballero, y, Clamor de Sancho. De Lorca… a Federico no le dio tiempo a madurar con las hazañas de don Quijote porque fue asesinado muy joven, y Don Quijote de la Mancha es una obra para ser leída durante la madurez de cualquier persona. Alberti, Max Aub, Altolaguirre…

Y todos, concluyó Neira, admiraron especialmente el contenido lírico que esta obra en prosa contiene… útil para crear una realidad inexistente por medio de palabras, lo que nunca es tarea pequeña.
Julio Neira


Julio Neira (Madrid, 1954). Escritor y profersor. Doctor en Filología Hispánica y cadémico numerario de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera. Catedrático de Literatura Española de la UNED, fue director del Centro Cultural de la Generación  del 27 de la Diputación Provincial de Málaga entre 2003 y 2008. Ex director general del libro en Andalucía. Con anterioridad, ejerció diversas funciones en el Gobierno de Cantabria, siendo delegado del Ministerio de Educación y Ciencia en esta comunidad entre 1986 y 1993.




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